A la deriva navego en una red de relaciones humanas tan frágiles
como el polvo. Solo un mal día de vientos es suficiente para que una horda de
masas desbancadas destruya el castillo de naipes que llamamos civilización.
Creamos la historia para día a día reescribirla para justificar
que somos mejores de lo que fuimos, que somos más humanos.
¿Más humanos?
Ayer, desperté con un sueño que se negaba a despertar. No será
quizás que herramos el camino, pero de tercos nomas no lo reconocemos y ¿seguimos
marchando ciegamente?
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