Sus integrantes en su mayoría jóvenes veinteañeros, no
pudieron dejar de ser atraídos por una pequeña revista de 4 páginas editada y
distribuida por Roberto Santoro. Hoy a través de quienes lo recuerdan podemos
ver su humildad y risa constante, su oficio y dedicación al trabajo de ser ante
todo poeta, a esa mirada crónica que
poseía para ver en lo cotidiano y lo sencillo la dureza de la vida. Hoy es
imposible hablar de la revista sin hablar de Roberto, casi se podría afirmar
que ambos son la misma persona/objeto, uno no existiría sin el otro.
La revista no escapo a la década del 60, y como tal fue
parte del flujo de ideas y debates que se dieron en la sociedad argentina. En
ella jóvenes escritores luchaban por reivindicar al tango, por creer en la
utilidad social de la poesía, fueron participe de punzantes debates dentro del
campo literario y político, lucharon por diferenciarse de la SADE, Revista SUR
y La Nación, junto a muchos otros escritores creyeron posible crear su propios
medios de difusión.
Sus páginas hoy siguen luchando por escapar del polvo,
varios de sus escritores quedaron en el olvido, otros muchos sufrieron la
última dictadura militar y quienes sobrevivieron tuvieron que vivir el exilio. Quienes
se quedaron, sufrieron en silencio el miedo y las constantes ausencias que se
iban sucediendo una detrás de otra.
Hoy, la revista sigue flotando y en la punta del piolín se
juntan todas las manos del Barrilete. Creo que es hora de comenzar a decir
gracias, y tomar ese piolín para que el Barrilete siga volando.
Pablo Campos
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