LOS TESTIGOS
Este barrio
pelea diariamente con su pulmón de sangre todavía,
reflota a cada hora de su asfixia dramática
y se pone las fechas y los nombres de un tiempo
y sus apodos
de los que aún existen y de los que se fueron
con las rotas macetas del viejo conventillo
que sostiene el capricho de esta hoja
la voz empecinada de su voz incoherente
tocándome mi nombre
chocándome el olvido.
Porque hoy, acaso sin saber retrocedí y llegué
pero no lo encontré con esa puerta rota del baldío de Gómez
donde Kuky y el Chinche se robaban el futbol por la tarde.
Desde Ecuador y el arco del almacén sin vidrios
hasta el sonido roto de Yan Yoré y la esquina
transité todo un tiempo de veredas informes
y crecí hasta Raúl que esperaba unos años más arriba
porque la vida acerca cuando sube
cuando va igualitaria por la misma esperanza
cuando encima los años y el parecido rastro
de haber mirado un día la vidriera violenta de la infancia
desde el lado de afuera del juguete con cuerda.
Hay barrios donde todos los hijos se parecen
tienen mucho de ajeno en su reloj sin hora.
Sólo la navidad ilusiona al año como un chiste de dios
conde la vida acierta pocas veces.
Hay barrios donde todos los hijos se parecen
llevan la misma mancha de identidad en los ojos
porque hay un mismo asombro en su principio
porque salen enteros a gastar su domingo
aunque la adolescencia los despierte temprano
y los vista con ropas de aprendiz a deshora.
El mejor de nosotros, no le pudo sumar
veranos a este invierno
uno más uno es siempre quien nació en un momento
de heredadas bufandas
y a pesar del siniestro crecido en medianeras
del sálvese quien pueda de la ciudad que empuja
con sus puños armados
no le dimos más tiempo que el tiempo necesario
de la sombra de un día a este gigante.
Asi es que el tiempo tuvo que ver con todos ellos
y también con nosotros cuando fuimos dispersos.
-Me quedó en la rutina el arribo a la sombra
de Antonio con sus hijos-
y hoy no sé en qué rincón
seguramente adultos
los acucie la noche y se ganen la espera con las manos tendidas
Hay barrios donde todos los hijos se parecen.
Cierto que se parecen un poco a sus hermanos
de modo que ya es hora que el otoño se cargue las hojas
un buen día
y decida esperar, sin arrastrar tanto
solo, solo,
su turno.
José Antonio Cedrón
(la imagen y los poemas forman parte del sobre Barrilete
publicado en 1974 bajo la dirección de Roberto Santoro, Carlos Patiño y Alberto
Costa; último ejemplar de la revista, en cuyo interior se encontraban poemas e
ilustraciones en papeles sueltos de distintos tamaños y colores)
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