El lunes (11 de mayo) fui consciente, que la única manera de entender
porque lucho y murió el Padre Mugica, era ir, estar, mirar, abrazar, escuchar,
ser uno más.
Allá fuimos con la llegada de la tarde, el amigo y gran poeta Victor
“Pajarito” Cuello y mi madre con ese ímpetu siempre a mi lado. Todo fue para mí
una primera vez, ingresar a la villa, ingresar a una misa, conmemorar al Padre
Mugica, abrazarme con desconocidos, recibir de los que menos tienen.
Lo primero, romper prejuicios. El amigo Victor, conocedor de la villa
en vidas pasadas, ayudo. Las gente delante nuestro que iba también a la
parroquia, invitándonos a seguirlos, nos descontracturo.
Encontramos brazos abiertos, amigos que se reencontraban, torta
frita, pizza y mate cocido para acompañar la espera. Compañeros de luchas,
luchas pasadas que siguen los jóvenes. Si, jóvenes, porque en la villa jóvenes
trabajan para que otros jóvenes no caigan en las drogas y el alcohol; jóvenes
de la villa que pelean día a día para que otros jóvenes vean que la
delincuencia no es el único camino.
Recordar, lo primero es romper prejuicios, lo segundo es ir con un
poco de vergüenza. En esa pequeña capilla, inmensamente grande, a sus puertas
se encuentra los restos del Padre Mugica, todos antes de ingresar a la capilla
se detienen frente a él, lo saludan, lo recuerdan, él vive en y con ellos.
Adentro en un pequeña mesa se puede apreciar las fotos de los curas
Carlos Bustos (desaparecido dictadura argentina,); Luis Espinal (asesinado por
la dictadura de Banzer; Bolivia); Jorge Vernaza (murió de viejo; en su
parroquia mataron a Mugica); Orlando Yorio (detenido por los militares, liberado,
muere en el año 2000, creo); Monseñor Enrique Angelelli (obispo asesinado en la
Rioja por los militares). Y colgado de la pared una foto del Padre Mugica.
El padre Guillermo Pablo Torre en la puerta, aun sin sotana, recibía
a todos. La pequeña capilla se fue llenando, amigos, familiares, viejos vecinos
del barrio. Se respiraba que lo que sucedía era más que una misa, era más que
una iglesia, era más, es más.
“tu pueblo
reunido todo
Te canta con
alegría,
A vos el dios de
los pobres
A vos el dios de
la vida”
Es imposible con palabras describir lo que trasmiten los rostros a mí
alrededor. Existe una conexión que se puede palpar. Se siente, te traspasa e
interpela. La misa es también una asamblea, donde todos dialogan, donde piden y
agradecen, donde el padre escucha y los demás hablan. Emociona escuchar a gente
grande recordar cuando de chicos vieron llegar al padre Mugica, recordar con él
levanto aquella parrilla, recordar como lucho por ellos y junto a ellos.
“el que vivió
con nosotros
En nuestra mesa
comió
Nos ayudo a
superarnos
De otros nos
defendió.”
Todos fueron alejándose entre la villa con la noche. Algunos se
despedían de amigos, otros la seguían en casa de amigos y familiares, y otros
apurados la seguirían en la otra misa que se realiza por el mismo motivo en la
Parroquia San Francisco Solano del barrio de villa Luro.
Unos pocos nos quedamos, y compartimos una bella y humilde lecturas
de poemas dedicados al padre Mugica, poemas que entregamos a la salida de la
misa y que fue bellamente recibida por todos los presentes.
Bajo la claridad de la noche nos retiramos, tan sencillos como
llegamos. Sigo aun procesando la experiencia y lo vivido. Hasta ahora el Padre
Mugica representaba uno de tantos mártires del peronismo, de la lucha social,
de la lucha por la igualdad y la dignidad, de la lucha de una generación
diezmada. Pero saber de un libro está muy lejos de saber de estar y vivir lo
que representa aun hoy.
La misa termino con esta bella oración, que es como su legado, y
tiene un valor que va mas allá de una cuestión religiosa:
Oración del Padre Mugica
"Señor: Perdóname por haberme acostumbrado a ver que los chicos
parezcan tener ocho años y tengan trece.
Señor: perdóname por haberme acostumbrado a chapotear en el barro. Yo me puedo ir, ellos no.
Señor: perdóname por haber aprendido a soportar el olor de aguas servidas, de las que puedo no sufrir, ellos no.
Señor: perdóname por encender la luz y olvidarme que ellos no pueden hacerlo.
Señor: Yo puedo hacer huelga de hambre y ellos no, porque nadie puede hacer huelga con su propia hambre.
Señor: perdóname por decirles 'no sólo de pan vive el hombre' y no luchar con todo para que rescaten su pan.
Señor: quiero quererlos por ellos y no por mí.
Señor: quiero morir por ellos, ayúdame a vivir para ellos.
Señor: quiero estar con ellos a la hora de la luz."
Señor: perdóname por haberme acostumbrado a chapotear en el barro. Yo me puedo ir, ellos no.
Señor: perdóname por haber aprendido a soportar el olor de aguas servidas, de las que puedo no sufrir, ellos no.
Señor: perdóname por encender la luz y olvidarme que ellos no pueden hacerlo.
Señor: Yo puedo hacer huelga de hambre y ellos no, porque nadie puede hacer huelga con su propia hambre.
Señor: perdóname por decirles 'no sólo de pan vive el hombre' y no luchar con todo para que rescaten su pan.
Señor: quiero quererlos por ellos y no por mí.
Señor: quiero morir por ellos, ayúdame a vivir para ellos.
Señor: quiero estar con ellos a la hora de la luz."
Las acciones de uno en la vida, suelen ser caminos borrosos que nos
llevan a lugares extraños. Siempre fui alérgico a las iglesias, con un
pensamiento formado muy crítico sobre el accionar de la iglesia como factor de
poder en la sociedad, con la utilización comercial de la fe. Por otro lado,
siempre fui muy respetuoso con aquellos que concurren y generan una relación
verdadera de fe en la religión, tantos fieles que concurren a la iglesia, como
fieles que son parte de la iglesia. Mi crítica es a la institución religiosa no
a las personas de fe religiosa.
Este camino me llevo este 11 de mayo como parte de un acto homenaje
al Padre Mugica, la fe tiene caminos extraños.
Pero mi pensamiento crítico no fue impedimento para con respeto compartir un
momento de reflexión y memoria.
Repito y reafirmo; fui consciente, que la única manera de entender
porque lucho y murió el Padre Mugica, era ir, estar, mirar, abrazar, escuchar,
ser uno más.
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