XVIII
-Allá está la cumbre.
¿Qué miras? - Un astro.
-¿Me amas? -¡Te adoro!
-¿Subimos? -¡Subamos!
-¿Qué ves? - Una aurora
fugitiva y pálida.
-¿Qué sientes? - Anhelo.
-Esa es la esperanza.
-¡Qué alientos de vida!
¡Qué fuegos de sol!
-¡Qué luz tan radiante!
¡Ese es el amor!
-¿Qué ves a tus plantas?
-Un profundo abismo.
-¿Tiemblas? -Tengo miedo...
-¡Ese es el olvido!
pero no tiembles no temas;
bajo el sacro cielo azul,
para el que ama no hay abismos,
porque tiene alas de luz.
Rubén Darío
RIMAS Y ABROJOS, Afrodisio Aguado, Madrid, 1951
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Lectura Poesía
Hace 1 mes
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