Hace unos días caminando por el Microcentro, seguí atentamente a una señora como indignada retiraba de postes de luz, tachos de basura, paredes, miles de volantes pegados publicitando información de servicios sexuales. Esta imagen me quedo dando vueltas durante varios días y me pregunte ¿porque no yo también?
Todos los días veo inundada la ciudad de publicidad, el microcentro esta lleno de estos volantes pegados en cualquier recoveco, información de dudosa procedencia que incentivan el circulo vicioso con el cual se alimentan varias red mafiosas de trabajo enclavo y hasta llegar al secuestro de adolescentes en el interior del país.
Hoy me detuve en una esquina y retire todos estos volantes pegados al poste indicador de la calle para luego tirarlos a la basura. No creo que esta sea la solución, pero debemos empezar a hacer, ya que peor es no hacer nada y terminar acompañando silenciosamente al mirar para el otro lado.
A partir de ahora seré una persona mas junto a aquella señora desconocida retirando de la vía pública estos volantes con información denigrante para las mujeres al ser tratadas como una simple mercadería, un objeto a poseer.
Lectura Poesía
Hace 1 mes
3 comentarios:
Me parece un ejemplo muy válido el que das, que a su vez lo recibiste de esa señora.
Este, el del comercio sexual, es uno de los negocios más infames que existen, porque muchísimas de esas "laburantas" han sido introducidas por la desesperación, el miedo y la falta de futuro. Sin duda es uno de los puntos más oscuros de la sociedad, y un negocio en el que históricamente la policía tuvo y tiene una participación muy importante.
Un Abrazo
gracias compañero, existe una ONG llamada La Alameda que viene realizando hace años un laburo a pulmón contra todo tipo de trabajo exclavo y que merecen el reconocimiento de todos.
www.mundoalameda.com.ar
El tema va ganando visibilidad en la medida en que gente común hacemos cosas así, arrancamos volantes, hablamos de lo que no se habla: los clientes...sin los cuales no habría explotación sexual.
Hace poco ví un señor muy mayor en el centro, haciéndolo en una cabina de teléfonos públicos. Y me dió mucha fuerza, creía que sólo pequeños grupos estábamos luchando a solas.
Un saludo
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