El martes tuve la suerte de asistir a la presentación del segundo libro de Camilo Blajaquis, “Crónica de una libertad condicional” en la Biblioteca Nacional. La suerte que tuvimos todos los que oímos al gran poeta que se esconde detrás de las palabras, Cesar Gonzáles se resignifica en Camilo Blajaquis ante la opresión institucional (qu existe tanto dentro como fuera de la cárcel), con su vida y trágica experiencia penitenciaria, igual a muchos chicos que el sistema exprime. Él con sus palabras interpela a la sociedad desde su primitiva esencia en una búsqueda del ser que viaje entre la rima y la filosofía.
“acaso nadie sintió alguna vez, atrás de la oreja un susurro leve y húmedo que decía, la vida es otra cosa, la vida es otra cosa …”
Nos lleva a una realidad que siempre supimos que existe y no queremos ver, nos interpela constantemente, buscando que como él, nos liberemos de los bloqueos mentales que impone la estructura de poder y seamos concientes y libres.
En este vieja al cual nos invita en su obra nos enseña que afuera, en los suburbios, en las villas, existe un mundo digno, existen movimientos culturales llenos de vida, llenos de preguntas y de esperanzas, existe una sociedad dispuesta a dar la batalla, a no aceptar que esto es todo, a no aceptar esta realidad, a preguntarnos…
Bienvenido al letargo la llegada de Cesar/Camilo, lados de la misma moneda, y con el todo un movimiento como son el colectivo ¿todo bien? y el espacio cultural ¿Será? Emergentes de una identidad, de una sociedad, como ellos se autollaman cultura marginal. Ahora yo pregunto ¿marginal? No será quizás al revés, y la cultura en castillos de cristal será la verdadera cultura marginal, y ellos, vivos, en constante movimiento creativo, interpelando a la sociedad en cada palabra, la verdadera expresión cultural constante y viva del ahora?
Su libro se puede conseguir en Tinta Limón Ediciones aquí.
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