Cuando se haya redimido esta ya largo deshonor
que gravita sobre Latinoamérica;
Cuando esta vergüenza sea lavada con el buen jabón
que da la sangre de los héroes;
Cuando la libertad no sea entre nosotros
un giro en dólares y una ilusión tramposa,
Entonces, compañero, se verá cómo un fénix
puede resucitar de su acostada ceniza.
Y no importa si el mismo sol alumbra por igual ahora
la tumba de un guerrillero recién caído
y la espada estéril de los tristísimos generales.
¿De qué te indignas, hombre? ¿Por qué lloras, mujer?
¿No sabías que un héroe debe morir y muere,
como llevado por su hermoso viento?
El héroe fue una instancia que no sabía dormir
y un desvelo con la boca llena de clamor;
Un peligro, en suma, y una incomodidad irritante.
Por eso, cuando el héroe sucumbe, los malditos en acto
se alegran de frente
Y los benditos cautelosos se duelen de perfil.
¡Oh, Che, no soy yo quien ha de llorar
sobre tu carne derrotada!
Porque otra vez contemplo una balanza
ya puesta en equilibrio por tu combate último.
Y frente a esa balanza, diré a tus enemigos
y los nuestros:
"Han hecho ustedes un motor inmóvil
de guerrero movible".
Y ese motor inmóvil que alienta en Santa Cruz
ya está organizando el ritmo
de las futuras batallas.
Leopoldo Marechal
Cuba por Argentinos
Editorial Merlin, 1968
Lectura Poesía
Hace 1 mes
2 comentarios:
Gracias por hacerlo conocer.
SAludos
Miralo vos a Marechal! no lo tenía con estas palabras.
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