Hace años, cuando aun era un chico, esperaba cada año la llegada de la feria del libro. Era la oportunidad de darle un descanso a la biblioteca de mis padres y salir en búsqueda de nuevas aventuras. Y como un ritual mi abuela Patri nos llevaba a recorrer aquel templo de libros que me fascinaba.
Con el transcurso de los años, y ya sin mi querida abuela, mantuve firme aquellas visitas año a año. Pero algo iba cambiando, y fue dejando de ser aquel templo de adoración a ese amigo que es el libro. Hoy me pregunto si fue cambiando o yo fui asimilando herramientas de análisis que me fueron ayudando ver lo que de chico no podía ver.
Por eso este año decidí romper esta tradición. Porque esta feria dejo de ser hace varios años lo que me imaginario infantil veía, y no pienso con mi presencia apoyar a un liberal antidemocrático como Vargas Llosa. La cultura del libro hoy no se respira en la Rural, se respira en la calle, en emprendimientos independientes como la FLIA (Feria del Libro Independiente y Alternativa).
Y se que mi abuela me mira y aplaude esta decisión de poder decidir, de con mis actos poder tomar una posición política, de buscar cultura donde nace, en la calle y en el pueblo, no en las grandes editoriales y medios de comunicación que buscan homogeneizar la cultura y dirigir a la política según sus intereses.
Lectura Poesía
Hace 1 mes
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