Tuvimos muchas partidas, a veces interminables silencios, otras miles de palabras volando en libertad, todos recuerdos imborrables. Pero ninguna tan nítida, tan grabada en mi retina como la que voy a contar. Llegaba a su casa como tantas veces en aquel año, a llevarlo a quimioterapia. El, desde su sillón frente al ventanal, con esa voz firme que tenia, que no dejaba a uno titubear ni dudar, me ordeno tomar el tablero, las piezas y preparar el ajedrez. No dijimos nada mas, yo obedecí y comenzamos a jugar. No recuerdo cuantas partidas fueron, ni viene al caso, pero recuerdo que cuando la hora demostró que no íbamos a ir a quimioterapia, el dijo que a partir de ese día yo debía seguir yendo a buscarlo, pero con el fin de jugar al ajedrez y disfrutar de los momentos que aun nos quedaban juntos. Nunca mas fue a quimioterapia. Esos días creamos un dialogo silencioso alrededor del tablero de ajedrez, una unión que aun hoy perdura.
Pablo Campos (microrelato)
1 comentarios:
Que te remil parió!!!!!! o mejor ¡Que los remil parió a los dos!
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